[Dustin Breitling] 'Under the sign of the black mark': entrevista con miembros de Gruppo Di Nun
«La decisión de referirnos a nuestro trabajo como demonología nace de nuestra convicción de que la magia no tiene nada que ver en esencia con los seres humanos, y que los mecanismos que la inspiran son fundamentalmente ajenos a la civilización humana.»
Gruppo di Nun es un colectivo italiano de psicoactivistas cuyo objetivo es organizar formas de resistencia ocultista contra el dogma heteropatriarcal, promoviendo una versión alternativa de la magia ceremonial y un Amor no-dual por la desintegración entrópica del cosmos.
DUSTIN BREITLING: ¿Podríais contarme un poco sobre la génesis de Gruppo di Nun? ¿Cuáles fueron vuestras motivaciones?
SUMA SACERDOTISA DE NUN: El proyecto de Gruppo di Nun surgió tanto de un profundo viaje personal como de la urgencia por encontrar nuevas e inexploradas vías de resistencia política. Nos encontrábamos en un proceso de nigredo individual, y nos preocupaban asuntos como la muerte cósmica y la extinción. Puede que los métodos y prácticas de la magia tradicional, con su visión antropocéntrica del cosmos, no sean adecuados para afrontar los murmullos inhumanos que llegan de las profundidades del tiempo.
Desde un punto de vista político, nos preocupaba la idea de que la derecha ha utilizado históricamente (y sigue utilizando) herramientas de la magia para provocar consenso y moldear ideologías. Por ejemplo, el uso de magia-meme por parte de la alt-right en los últimos años, o las frecuentes referencias a autores como Julius Evola por parte de pensadores fascistas de mucha influencia como Steve Bannon y Aleksandr Dugin. Creemos que este resurgimiento de la magia en entornos de derechas exige una guerrilla demonológica radicalmente antifascista, basada en una reestructuración fundamental de los principios de la tradición mágica del Camino de la Mano Derecha. Esta oposición radical a la magia fascista también se encuentra en el nombre que elegimos para nuestro grupo, pues «Gruppo di Nun» es un reflejo negativo del Gruppo di Ur de Julius Evola, cuyos escritos constituyen un ejemplo perfecto de ultrafascismo alquímico. Ur, el triángulo ascendente y la runa del fuego, que representan la voluntad humana triunfando sobre el abismo caótico de la materia, fue cambiado por «Nun», deidad de las aguas primigenias en la mitología egipcia y sello cabalístico del océano de la recombinación infinita.
DUSTIN BREITLING: Entonces, ¿cómo se relaciona o se distingue vuestro Manifiesto de lo que habitualmente entendemos como magia a través de figuras como Osman Spare, Crowley, Carroll y Grant? ¿Os han influido todas estas importantes figuras, o alguien más, en la creación de vuestra Demonología Revolucionaria? Y por último, ¿de qué manera vuestra comprensión de la demonología y la magia sirve como un vector o una herramienta potencial para la práctica y la lucha política?
SUMA SACERDOTISA DE NUN: La principal divergencia entre nuestro Manifiesto y las ideas de la Magia Telemita radica en que rechazamos el relato de un camino mágico unificado. Mientras que la noción telemita de los Eones sugiere una continuidad y una convergencia naturales, nosotros pensamos, en cambio, que el camino de la Mano Derecha ha impuesto una cosmología hegemónica mediante el uso de la violencia y la opresión. En este sentido, nos inspiramos profundamente en las teorías del CCRU sobre el Orden Arquitectónico del Escatón (el universo de un solo Dios), donde el foco se ponía en una guerra mágica entre un proyecto reaccionario de unificación cósmica y una multiplicidad de fuerzas lemurianas de desaglutinación. En muchos aspectos, la Magia del Caos ha heredado el dogma telemita de una «única» magia verdadera y, según creemos, tiende a esconderse tras un eclecticismo aparente que no desafía (y que posiblemente avala) la magia fascista tradicionalista. Esto se puede ver claramente, por ejemplo, en las ideas de Carroll sobre una tradición espiritual unificada que abarcaría tanto el pensamiento occidental como el oriental, de forma similar a lo que muchos célebres practicantes de la Mano Derecha, como Eliphas Levi, han argumentado en el pasado. A pesar de esta conexión entre la magia telemita y la doctrina del Camino de la Mano Derecha, una de nuestras influencias fue el enfoque de Aleister Crowley sobre el Amor como principio de movimiento universal, especialmente tal como se desarrolla en el Liber 49 de Parsons. Mientras que, en la obra de Crowley, el Amor siempre está equilibrado por la Voluntad, reconstruyendo así la díada cabalística según la ley del equilibrio, en el Libro de Babalon el Amor es entendido como una fuerza no dual y desbordante que, como «un factor desconocido e incontable» [a factor unknown and unnumbered], no puede quedar atrapado en una dualidad equilibrada.
Otro aspecto que merece mención es la dimensión introspectiva de gran parte de la magia del siglo XX, por no decir toda. Desde finales del siglo XIX la magia se entiende cada vez más como una ciencia de la consciencia, a diferencia de otras tradiciones más antiguas como la alquimia y la astrología, que implicaban una relación directa y a menudo problemática con el exterior. El enfoque centrado en la mente humana, y su desarrollo mediante prácticas como la concentración y la meditación, a menudo resulta en la celebración de la conciencia como un Dios, incluso cuando se habla de aniquilar el yo individual. Desde nuestro punto de vista, proponer la existencia de una ultraconciencia antropomórfica e inmortal, accesible sólo a unos pocos a través de un camino esotérico de iluminación, no sólo es delirante sino inherentemente fascista. Por ello, queremos dejar atrás la magia del siglo XX y proponer una nueva magia milenarista que, en lugar de atrincherarse en los límites de la conciencia, trascienda lo humano por todos los medios disponibles. Nuestro enfoque se ha inspirado ampliamente en el pensamiento científico como una herramienta adivinatoria que nos permite alcanzar las profundidades inhumanas de la materia, tanto teóricamente (en particular la termodinámica estadística de Boltzmann) como experimentalmente, redescubriendo así la experiencia del laboratorio químico como una forma de alquimia antihumana.
CLAUDIO KULESKO: En lo que a mí respecta, mi conocimiento de lo oculto se basa principalmente en las obras de Spare, Grant y Carroll, pero también en el gnosticismo, H.P. Lovecraft y el black metal anti-cósmico. Siempre he sido demasiado perezoso y solitario para involucrarme con la magia ritual o la numerología, aunque la geomancia y las prácticas adivinatorias me resultan muy intrigantes. Mi interés por la «swift magick» surge de necesidades prácticas: ¿cómo cambiar radicalmente de perspectiva en dos minutos? El tarot, el I-Ching y el péndulo, una vez dominados, ofrecen un servicio mágico rápido; son tecnologías antiguas basadas en cosmovisiones espaciotemporales distantes de las nuestras. Sin embargo, es importante comprender que son completamente inútiles si se quiere predecir el futuro o hablar con los muertos, porque son sólo máquinas médium que funcionan con generalidades vacías (cambio, peligro, duda, miedo, tristeza, etc). La clave está en adentrarse en esta zona gris (entre la negrura de lo desconocido y la blancura del conocimiento) a través de diferentes puertas. Los sigilos, oráculos y herramientas de adivinación son dispositivos gnoseológicos y teóricos diseñados para comprender el mundo, son tipos de magia que se desarrollan en áreas adyacentes, y son potencialmente mucho más peligrosas que la magia ritual. Con ellas, por decirlo así, estás desnudo ante el caos (el péndulo, en particular, debe usarse con cuidado ya que la gente tiende a darle demasiada importancia y empieza a sentir «cosas malas» rápidamente). Después de todo, este es uno de los fundamentos de la Magia del Caos: multiplicar tu perspectiva, tus identificaciones y tus enfoques de la realidad (véase por ejemplo El hombre en el castillo de Philip K. Dick o la brillante serie de cómics Hellblazer). Se trata de un asunto verdaderamente político (pero también anti-político, no-filosófico y anti-práctico). La demonología y el contagio demoníaco siempre se refieren a multiplicidades atmosféricas, así que, si te das cuenta de que ya eres muchos (Legión, «Zos-Kia»), ya tienes la mitad del camino hecho. También me gustaría sugerir una obra muy interesante sobre magia y epistemología, S.S.O.T.B.M.E. de Ramsey Dukes.
SUMA SACERDOTISA DE NUN: Como demonólogxs, nos consideramos recipientes de un enjambre de voces provenientes del afuera. Nuestra perspectiva política consiste en romper el círculo de la cosmología fascista de la Mano Derecha, cortocircuitando la máquina hombre-Dios y desatando un pandemónium de fuerzas centrífugas inhumanas. No pretendemos sustituir una jerarquía por otra, sino construir círculos sin centro que se expandan hacia el afuera en lugar de buscar la convergencia. Creemos que esto puede lograrse mediante la comprensión del Amor como un impulso no dual y universal hacia la desagregación entrópica de todas las estructuras, produciendo una creciente multiplicidad de combinaciones.
DUSTIN BREITLING: En vuestro Manifiesto para una demonología revolucionaria se cuestiona la doctrina del Camino de la Mano Derecha. ¿Podríais desarrollar un poco lo que llamáis «la alucinación del Camino de la Mano Derecha», a la que acusáis por mantener una ilusión de simetría y equilibro, y por seguir perpetuando un estrato existente de fuerzas jerárquicas y dominantes? ¿Cómo diríais que su influencia se filtra en nuestra organización social, «que potencialmente se degrada en una dictadura nazi-fascista: un etnoestado blanco, una sociedad meritocrática regida por el hombre blanco heterosexual cisgénero»? Y por último, ¿por qué decidisteis no seguir profundizando en vuestro compromiso con la doctrina del Camino de la Mano Izquierda?
SUMA SACERDOTISA DE NUN: La clave es la idea de equilibrium. El equilibrio es un concepto fundamental en la magia tradicional de la Mano Derecha, ya desde la alquimia medieval, donde se formulaba en el famoso dictum que aparece al comienzo de la mítica Tabula Smaragdina: «Lo que está más abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo. [Actúan para cumplir los prodigios del Uno.]» Esta idea subyacente de simetría se repite en los símbolos y sigilos más importantes de la tradición mágica, desde el sello de Salomón, hecho a partir de la intersección de un triángulo ascendente y uno descendente, hasta la imagen del Ouroboros tragándose a sí mismo eternamente; y aún más importante, en el Árbol de la Vida de la cábala, que aparece sostenido por los dos Pilares del Templo que convergen en Kether, la corona.
La relevancia del equilibrio en la tradición mágica tiene que ver con la idea de reversibilidad absoluta, es decir, la noción de que el pasado se preserva íntegramente en el futuro, y que el futuro está completamente contenido en el pasado, formando un círculo infinito en perpetuo movimiento donde el principio activo (Voluntad) y el principio pasivo (Amor) se persiguen eternamente; una dualidad que sólo se resuelve en Dios (la consciencia), que puede concebirse como el punto estático dentro del círculo donde converge todo este movimiento. Esta visión del cosmos como un equilibrio de polaridades está muy arraigada en nuestro sustrato cultural, hasta el punto de percibirse como natural y, por tanto, sagrada e inmutable. Nosotrxs creemos, en cambio, que esta noción de equilibrio transmite una clara agenda política, y que, lejos de ser una teoría perfecta del todo, contiene suposiciones arbitrarias. Para decirlo rápido, el absurdo de la cosmología circular reside en que se basa en el movimiento perpetuo, y por tanto niega la evidencia del tiempo como impulso material hacia la desintegración. Algo que se expresa en el proyecto patriarcal (y absolutamente insostenible) del progreso como conservación y acumulación. Pero lo que nos parece aún más interesante es la consecuencia social y política de esta cosmología arbitraria, que resulta en el establecimiento de lo que podríamos describir como un sexismo cosmológico: el género no es sólo un conjunto de reglas sociales más o menos razonables, sino que ha sido elevado a un axioma ineludible subyacente a la realidad, en el que se concibe la polaridad como una condición límite para la existencia del universo. Este mismo sexismo o polarización puede aplicarse a diferentes contextos sociales y políticos, incluyendo la idea de que unos pocos dominan a la mayoría (ya sea legitimada por Dios, la raza, la clase o el «mérito personal»). Este modo de ver es particularmente insidioso, porque naturaliza radicalmente la posición pasiva de «lo femenino» pero sin degradarlo en términos explícitos (y a menudo incluso celebrándolo como una fuerza procreadora y nutriente). En otro de nuestros artículos, «Astrología catastrófica», analizamos este proceso de polarización a la luz de la mitología mesopotámica, donde el nacimiento del cosmos surge del cuerpo desmembrado de una Madre Original asesinada por un dios-sol masculino. Este desmembramiento simboliza la brutal domesticación de una fuerza indómita, desenfrenada y antihumana: una materia rebelde que lucha contra el divide et impera cósmico del patriarcado solar.
En muchos sentidos, nuestro dogma puede considerarse una expresión del camino de la Mano Izquierda. Desde la perspectiva de la magia tradicional, nuestro enfoque podría definirse como Humidum Radicale, en tanto es una práctica que se centra en una aceptación pasiva y extasiada del Amor como el Gran Impulsor. Sin embargo, los senderos de la Mano Izquierda y de la Mano Derecha en el hermetismo tradicional son simétricos y conducen al mismo destino, o comparten el mismo objetivo: el devenir-Dios del practicante. Nuestra práctica es de naturaleza centrífuga y carece de convergencia, y esto nos distingue de lo que tradicionalmente se entiende como magia de la Mano Izquierda. Otro aspecto de nuestra crítica al sendero de la Mano Izquierda se relaciona con la dirección que ha tomado el satanismo moderno. Según mi experiencia, la gran mayoría de sectas satánicas se centran en un racionalismo anticlerical de corto alcance o promueven un individualismo radical que ofrece perspectivas políticas extremadamente problemáticas, incluyendo el darwinismo social. No nos interesa la visión de Satanás como un héroe prometeico de la humanidad porque no necesitamos otro dios humano; más bien sería necesario llevar la atención hacia los demonios inhumanos, como la Bestia que se describe en el Apocalipsis.
DUSTIN BREITLING: En un texto experimental de Mark Fisher en la época del CCRU, titulado «White Magic», se recoge la frecuente distinción entre magia y brujería; la magia, dice, «al igual que la propaganda, opera dentro de un sistema dado, alineándose con su programación despótica, para “organizar” e “instalar” palabras o lenguajes con el objetivo de capturar movimientos potencialmente divergentes»; mientras que la brujería, por su parte, «opera a un nivel mucho más alto (o quizá, hablando propiamente, más bajo). La brujería y/o hechicería marca una apertura al Afuera, es la zona donde el exterior se vierte en el interior. En lugar de organizar las palabras en programas, la hechicería implica palabras que se han fundido en Cosas, y construyen redes [meshworks] sensibles a la comunicación que actúan por propagación». De ser así, ¿cómo ampliaríais o refutaríais esta distinción? Y por otro lado: ¿cómo interactúa vuestro trabajo con la noción de «la demonología como hiperstición, en el sobreentendido de que las entidades demoníacas pueden entrar en el plano material para alimentarse y multiplicarse mediante vectores humanos»?
CLAUDIO KULESKO: La magia blanca y la magia negra (o caminos de la Mano Derecha y la Mano Izquierda) están estrechamente ligadas. La coincidentia oppositorum, en este caso, se deduce de la orientación común de estas dos corrientes hacia la consecución de una «utilidad» que, a su vez, representa también algún tipo de «beneficio». Se trata de una especie de absurdo juego de espejos, y que ya fue identificado por Nietzsche en La genealogía de la moral: las ideas del bien y el mal pueden adquirir valores diferentes según el sujeto al que se refieran; y por lo tanto, son perfectamente intercambiables. Ambas se refieren a una ganancia o una pérdida relativa, atribuible a un sujeto hipotético. Desde esta perspectiva, la moral depende de su propia naturaleza, como se desprende de su carácter prescriptivo («no robar», «no matar», o por el contrario, «robar», «matar»). Por esta razón, la moral siempre termina protegiendo intereses particulares, aunque se encubra con un velo de universalidad. El lucro consiste en la obtención de un conocimiento positivo o un beneficio personal, así como la posibilidad de establecer un orden cósmico que garantice la prosecución de la actividad humana (un aspecto fundamental también para el satanismo moderno o racional).
La Magia del Caos y la hechicería temporal, en cambio, se refieren a un concepto perteneciente a la experiencia; se trata de una «anti-praxis», es decir, una exploración del poder y las posibilidades del mundo más allá de cualquier norma preestablecida, de cualquier ley, prudencia o sentido común humanos. Si lo entendemos adecuadamente, por tanto, el «mal» se correspondería con un gasto, una caída en lo desconocido y en lo inservible (por usar los términos de Bataille). Esta distinción, que antes se nos aparecía como moral, revela su origen económico y eso nos permite ir más allá de su marco metafísico habitual. La destrucción del orden establecido es un efecto secundario, quizá incluso el epifenómeno de la exploración en sí misma (y lo mismo puede decirse de cualquier efecto útil o positivo relacionado con ella). Por ello, la cuestión se refiere a un más allá de los principios de la economía y la acumulación, no simplemente a una transvaloración de los valores (Nietzsche). La cuestión no es pasar del camino de la derecha al camino de la izquierda.
Como afirmaba Platón en su Ion, esta especie de «exploración a ciegas» (desvinculada de cualquier parámetro o referencia) posee todas las características de la posesión demoníaca o la «manía» (la locura o frenesí): un evento en el que uno/a pierde su Ser y accede a un (no)estado de inconsciencia, arrebatado por la anarquía del inconsciente. Platón, Artaud, Bataille, Burroughs e incluso Nick Land identificaban la poesía, la literatura, la ficción, el espectáculo, el sexo y la música como los principales vectores de contagio de esta locura «sin referencia»; son diferentes modalidades de canalización del caos. Y el punto principal de todas ellas es su ambigüedad lingüística o perceptiva, la falta de una codificación sólida y la imposibilidad de integrarlas plenamente en un sistema (el orden siempre presenta problemas con el sexo, los espectáculos y la música, pero también con la pérdida de un tiempo que se considera precioso). Asimismo, en todas estas áreas encontramos regularidades débiles y ninguna ley inmutable, y en consecuencia no es posible elaborar una técnica (es decir, un conjunto cerrado de diagramas capaz de explicar un sistema de referencia —el mundo— y predecir con exactitud sus tendencias). Por lo tanto, cualquier tipo de operación (teórica o práctica) que propague o afirme falsamente la posibilidad de constituir sin ambigüedad alguna este tipo de técnica o disciplina hipotética puede definirse como «magia blanca» o magia «ICE».
Lo demoníaco y lo caótico, por el contrario, representan una dimensión externa al orden construido por los humanos, pero que a la vez es capaz de irrumpir violentamente en ese orden alterando sus axiomas fundamentales (como se ve en la magia ritual clásica, con la ruptura del círculo mágico). Los demonios son sombras de duda, el vuelo de las brujas (o de los objetos no identificados), son simulacra o afectos extraños («Siento que me estoy convirtiendo en un ratón o una cucaracha»). Este es el caso, por ejemplo, del demonio de Descartes: los magos blancos pueden combatir el caos y establecer una «realidad» común con sólo proponer la idea de Dios, un tutor apodíctico del orden y la autoconciencia. Pero el concepto de Dios no es un conocimiento a priori, sino que se produce a posteriori mediante la hipostatización de nuestra propia identidad. La finitud, la transgresión, el exceso y la imperfección son esencialmente demoníacas porque pertenecen al reino del no-ser y el devenir. En este sentido, existe cierta presencia demoníaca incluso en las acciones más simples, como decidir la posición de una puerta: ¿cuándo está demasiado aquí o demasiado allá, demasiado alta o demasiado baja? Se trata de un juicio estético carente de vínculos causales obvios, de ratio o medida —o que quizá está completamente desprovisto de ellas (este es un ejemplo tomado de las Lecciones y conversaciones sobre estética de Wittgenstein). Así pues, la refutación de la validez del principio económico no nos convierte simplemente en arbitrarios: lo que se revela es la arbitrariedad del mundo mismo, su falta de fundamento y su similitud con los juegos (en cuanto a su construcción por los humanos, pero también por su facultad para la autoconstrucción, más conocida como naturaleza). En el marco del realismo especulativo, este es el principio central del hiper-caos, guiado por un principio de no-razón. Caer en este caos (este vast abrupt) significa ser invadidos por él y, en cierto modo, morir a los ojos del mundo por haber abandonado la propia identidad, el conocimiento, la distinción moral entre el bien y el mal, etc. Pero la historia no termina ahí. La demonología también debe ser capaz de identificar demonios a la vez que mantiene un hilo conector con las regularidades del logos. El riesgo de canalizar este tipo de entidades al plano material es que a veces desean convertirse en dioses: acumulan seguidores, establecen una policía e incluso una inquisición, bloquean toda exploración y convierten el universo en hielo [ICE]. («Todos deben convertirse en ratones», dijo el Rey de los Ratones.) Por lo tanto, es necesario ser capaz de reconocerlos y desactivarlos antes de que puedan perturbarte o incluso matarte. (…)
DUSTIN BREITLING: Hay una noción clave del tiempo que abordáis en vuestro libro, y que tiene que ver con la «cancelación de futuros». ¿Podríais explicar la relación de la temporalidad con la lucha política?
CLAUDIO KULESKO: El pasado está vivo (o mejor dicho, no-muerto), lo que es igual a decir que se encuentra oculto y profundamente camuflado por la virtualidad del caos. La información histórica no puede disiparse, y siempre es accesible o bien en su forma «mutante», o bien en su forma «vampírica-espectral». La primera como variación sobre un tema (la Revolución Americana, la Revolución Francesa, etc), y la segunda como una parodia nostálgica o letal del original (el nazismo/fascismo, el nihilismo ruso, etc). En sí mismo el presente es una ficción efímera: un umbral situado entre su nacimiento, el pasado y su propia muerte en el futuro; es (literalmente) el espacio donde el caos lleva a cabo sus juegos sobre contingencia y necesidad. En este sentido, sólo la muerte y el Ser pertenecen al futuro, y en los tramos de este umbral, las regularidades del mundo se confirman (produciendo la coherencia de un pasado-presente) o se disipan (revelando el caos). Sin embargo, este juego de dados terminará destruyendo y devorando todo pasado y todo presente. La muerte es la única soberana y el único sujeto del deseo. Así pues, a diferencia de Quentin Meillassoux, creo que cuando hablamos de hiper-caos no hay contradicción alguna al afirmar que los devenires relativos, la conservación local y la estabilidad relativa/absoluta son modos de un devenir absoluto más fundamental (el hiper-caos, o el un-grund).
Otra cuestión crucial es la reintroducción del espacio en el tiempo, y la consiguiente superación de la filosofía moderna. Una operación que propagaría el caos en cada partícula molecular del mundo. Pero la «Neo-Edad Oscura» se centra en Occidente y su peculiar amargura (como señaló Cioran), y no, por ejemplo, en Asia o África, que poseen sus propias dimensiones espaciotemporales, aunque ciertamente estén entrelazadas con las nuestras. En mi opinión, toda esta obsesión con universalizar el tiempo y con las tecnologías de vanguardia (o incluso tecnologías altamente hipotéticas) forma parte de una hegemonía de derechas (o de la mano derecha). Toda la atención está centrada en Occidente («¡Miradnos, somos el futuro!»); pero esta es una contradicción flagrante. ¿Por qué universalizar el tiempo y los rasgos culturales relativos, unificándolos en un Orden o una «unidad», a la vez que se proclama una especie de «multitud» o conjunto fragmentado? Esta falacia etnocéntrica está ausente en los textos del CCRU, y sólo es rastreable en ciertos círculos del aceleracionismo en su segunda ola (la que vio nacer la división entre aceleracionismo de izquierdas y aceleracionismo de derechas). Personalmente no me atrae mucho la idea del futuro (y menos un futuro al estilo O.G.U, como el que describió Burroughs en The Western Land), aunque aprecio mucho el trabajo de pensadores aceleracionistas como Edmund Berger, Vincent Garton, Nick Land, Obsolete Capitalism Collective y otros. El nihilismo está alcanzando su apogeo, y el fascismo resurge llevándose por delante innumerables víctimas, y por eso necesitamos este tipo de instrumentos teóricos para sobrevivir y seguir luchando en medio de las ruinas.
DUSTIN BREITLING: ¿Qué hay en el horizonte de Gruppo di Nun?
SUMA SACERDOTISA DE NUN: Vemos un amanecer negro: el crepúsculo del Dios del Hombre. Mientras contemplamos este catastrófico ocaso, seguiremos trabajando en abrir nuestros círculos y dejar entrar el afuera, preparándonos para la insurrección por venir.
ORIGINAL PUBLICADO EN Xenomórfica Magazine
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