[Luis Asenjo] Nuevos apuntes para profundizar en el Xenobudismo
Impermanencia como motor de cambio radical: En el budismo, la impermanencia (anicca) se entiende no solo como la transitoriedad de las cosas, sino como una invitación a ver la realidad sin apegos, comprendiendo que todo está en un estado constante de transformación. Esto podría inspirar una visión que no solo busque derribar el capitalismo, sino que lo vea como un proceso de cambio continuo que, si se comprende y manipula adecuadamente, puede ser llevado a su propia autodestrucción y metamorfosis. En este sentido, la impermanencia se convierte en un principio activo que no solo reconoce la disolución de las estructuras, sino que las acelera intencionalmente para crear un vacío fértil para nuevas configuraciones.
Rituales y prácticas Aceleracionistas: Aplicar principios budistas de impermanencia podría llevar al desarrollo de rituales o prácticas que se orienten a acelerar la disolución de estructuras capitalistas. Por ejemplo, crear comunidades temporales o proyectos económicos experimentales que deliberadamente simulen y aceleren las crisis económicas para mostrar cómo el sistema puede colapsar. Estas comunidades podrían incorporar prácticas meditativas y filosóficas que refuercen la idea de que, al igual que en la meditación, la realidad económica también es transitoria y transformable.
La desilusión como Revolución Espiritual: El budismo enseña que la realización de la vacuidad de las cosas nos libera de su poder ilusorio. En el contexto que tratamos, el fetichismo de la mercancía transforma objetos y relaciones en algo que parece tener valor y poder autónomo. En este enfoque podríamos ver la práctica de desenmascarar estas ilusiones como un acto revolucionario en sí mismo. Aquí, la meditación y el análisis podrían utilizarse para desentrañar las narrativas de consumo, individualismo y productividad que sostienen el sistema, promoviendo una “desilusión masiva” en la que las personas se desprendan de las narrativas capitalistas.
Prácticas cotidianas de desprogramación: Desde esta perspectiva, las prácticas budistas como la meditación pueden ser reformuladas como técnicas para desenmascarar y resistir la influencia ideológica de las mercancías y los valores capitalistas. Por ejemplo, en vez de utilizar la meditación solo para calmar la mente, se podría emplear para analizar críticamente las emociones y deseos que el sistema capitalista implanta en nosotros. Así, la mente se convierte en un laboratorio de desprogramación, donde se disuelven las ilusiones que perpetúan el sistema.
El Yo como espacio de transformación: En el budismo, la vacuidad (śūnyatā) implica que no hay un yo permanente, solo un conjunto de procesos interdependientes. Desde nuestro enfoque esta visión del yo es crucial, ya que permite ver la subjetividad como algo fluido y susceptible de reconfiguración. Si aceptamos que no hay un yo fijo, entonces es posible reimaginar al sujeto político como un colectivo, un flujo que se articula a través de prácticas y tecnologías que trascienden la individualidad.
Tecnologías de la disolución del Yo: Podrían desarrollarse prácticas que integren meditaciones avanzadas con tecnologías y psicogeografías que descomponen la experiencia del yo. Por ejemplo, en un contexto urbano o digital, las personas podrían participar en rituales de inmersión sensorial, utilizando tanto prácticas meditativas como tecnologías de realidad aumentada, que las sumerjan en flujos de datos e imágenes diseñados para disolver la percepción de la identidad individual y experimentar la realidad como una red interconectada de fuerzas.
Compasión como estrategia Político-Espiritual: La compasión (karuṇā) en el budismo se orienta hacia la liberación de todos los seres del sufrimiento, pero también puede interpretarse en este marco como una compasión que entiende que el verdadero sufrimiento surge de las estructuras capitalistas. Esta compasión no es pasiva; es una fuerza que busca, mediante la intensificación de las contradicciones del sistema, provocar su colapso para liberar a los seres de sus opresiones estructurales.
Comunidades de praxis compasiva: El Xenobudismo podría organizar comunidades que practiquen la compasión no solo como un acto interno, sino como una acción directa. Estas comunidades podrían estar involucradas en sabotajes simbólicos y ritualizados de estructuras capitalistas, utilizando la fuerza de la compasión como una justificación para actos que busquen intensificar las contradicciones y vulnerabilidades del sistema. La compasión se convierte en un arma política y espiritual, orientada a desmantelar las condiciones materiales que generan sufrimiento.
Meditación crítica y descondicionamiento del deseo: La meditación en el budismo se utiliza para desapegar la mente de los deseos y patrones habituales. En enfoque del Xenobudismo puede reinterpretar la meditación como una forma de desprogramación crítica, donde el meditador no solo se libera de los deseos superficiales, sino que también analiza cómo estos deseos han sido implantados por las estructuras capitalistas. Esto implicaría una meditación más activa, donde se explore la genealogía de los deseos y las formas en que son instrumentalizados por el sistema para mantener la explotación y el consumo.
Simulación y entrenamiento en crisis: Podrían desarrollarse simulaciones de situaciones de crisis capitalista en contextos controlados, como una forma de “entrenamiento” para desprogramar las reacciones automáticas ante la precariedad y el miedo. En estas prácticas, se utilizarían técnicas meditativas avanzadas para mantener la ecuanimidad y la claridad mental, no como un fin en sí mismo, sino como un medio para preparar la mente para enfrentar las futuras intensificaciones y colapsos de las estructuras capitalistas.
Temporalidad no lineal y estrategias de reconfiguración: El budismo propone una visión cíclica del tiempo, lo cual resuena con la crítica a la narrativa capitalista del progreso lineal. Una fusión de ambos enfoques podría crear prácticas y teorías que rechacen la linealidad del tiempo en favor de una temporalidad más caótica y abierta. Esto implicaría ver las crisis no como momentos aislados, sino como patrones recurrentes que pueden ser aprovechados para interrumpir y reconfigurar las narrativas históricas dominantes.
Rituales de anulación del tiempo: Se podrían desarrollar rituales específicos orientados a romper con la experiencia del tiempo lineal capitalista, que generalmente se percibe como un avance continuo hacia la productividad. Estos rituales podrían involucrar prácticas de inmersión sensorial, utilizando tecnologías digitales y visualizaciones meditativas para disolver la percepción del tiempo y abrir la posibilidad de experimentar el presente como un momento radicalmente abierto, donde todo es posible.
En conjunto, esta profundización sugiere que el Xenobudismo no solo es posible, sino que podría generar un enfoque integral que combine prácticas espirituales, meditativas y políticas, orientadas a desprogramar al sujeto capitalista y acelerar las transformaciones estructurales necesarias para un futuro postcapitalista.
Luis Asenjo: https://floresmalsanas.blogspot.com/
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